
Diferencias entre la energía solar térmica y las placas fotovoltaicas
La energía que procede de la radiación que desprende el Sol ha generado un gran valor en los últimos años, hasta el punto en el que se ha consagrado como la alternativa más limpia y respetuosa con el medio ambiente existente en el presente, y que hace frente a las energías no renovables, caras y que emiten partículas nocivas para la salud.
Este campo ha evolucionado de manera que ha permitido la existencia y consolidación en el mercado de dos tecnologías diferentes con un denominador común: ambas dependen de una misma fuente, el Sol.
La energía solar térmica
También conocida como energía termosolar, su sistema aprovecha la energía solar para transformar su radiación en calor. De este modo, el hogar se mantiene caliente y puede usarse para diversas actividades y aparatos que precisen calor.
De esta tecnología, no obstante, también se puede aprovechar para convertir en energía mecánica y, en base a esto, producir energía eléctrica en el hogar. Este proceso no tiene mucho misterio, pues se consigue mediante el desarrollo de colectores o planchas de ondas de calor que se sitúan en el exterior de una vivienda para que capten la radiación del Sol, por lo que tienen que posicionarse en la misma dirección.
Entre sus aspectos más positivos, destacan de la energía solar térmica que contribuye al ahorro monetario y a la eficiencia energética:
- Se trata de una energía autónoma, pues su fuente de alimentación procede de un recurso natural, gratuito e inagotable.
- Contribuye a crear una atmósfera más sana al ser un sistema que reduce las emisiones causadas por el calentamiento global.
- Esta situació logra, en consecuencia, un ahorro en el consumo eléctrico de hasta un 50 %.
- Por supuesto, le añade un valor adicional a la vivienda.
- Se trata de una energía dependiente del gas y la electricidad, de tal manera que no requiere de instalaciones que interfieran en la red eléctrica convencional.
- En este sentido, si en algún momento se quiere volver al sistema habitual, tan solo se debe volver a dar de alta la luz.
- Es, por lo tanto, un sistema cómodo, seguro y práctico.

Sin embargo, la energía térmica también contempla un escenario con ciertos puntos negativos a saber:
- Su instalación precisa de tiempo, puede tardar varios meses en completarse del todo.
- Se debe montar en el exterior, por lo que se precisa de un espacio amplio.
- Como depende del calor, pese a que cuenta con baterías que almacenan energía para las temporadas más veraniegas, sin este recurso es poco probable que se obtenga la energía.
Los paneles fotovoltaicos
También conocidas como placas solares, recoge la energía de la radiación que libra el Sol para transformarlo en consumo energético en la vivienda. Para este tipo de tecnología también se precisa de un espacio amplio en el exterior, ya sea una terraza o un patio. No obstante, como se alimenta de la radiación, en vez del calor, funciona también en días lluviosos e invernales. De hecho, en países nórdicos en en donde abundan más estas instalaciones.
Entre sus ventajas, se encuentran:
- Su independencia energética, puesto que depende tan solo un 30 % de la energía convencional. El 70 % de su producción lo saca del Sol.
- La factura se ve reducida en un 60 % debido a la eficiencia energética.
- Este sistema contribuye, por consecuencia, disminuir las emisiones, pues gasta menos que las calderas o la calefacción de butano.
- Al ser un sistema práctico y seguro, no se precisa de una instalación que dure tantos meses como la energía térmica. De hecho, el propio usuario puede hacerlo solo en casa, aunque conviene asesorarse con un profesional experto.
- Y en cuanto al mantenimiento, no requiere de revisiones periódicas, de manera que el usuario tan solo tiene que disfrutar de todas sus beneficios medioambientales y económicos.
Ambas energías habría que verlas como una inversión en la que, a largo plazo, se recupera. Pese a que cuestan un poco más que los demás sistemas energético, el bien medioambiental, al final, recompone el bolsillo.